miércoles, 18 de abril de 2018

Resiliencia e innovación educativa

La resiliencia se suele utilizar para expresar la capacidad de una persona (o grupo) para enfrentarse a la adversidad, superarla, e incluso salir fortalecidos de esa situación. Las situaciones difíciles pueden ser originadas por un entorno cercano como la familia, un entorno regional (una zona en guerra), una situación económica (la pobreza) o cualquier circunstancia traumática (la muerte de un ser querido).
Este término también lo podríamos aplicar al trabajo, en este caso sería como superar un conjunto de adversidades que a priori no permitirían desarrollar una idea, producto o servicio (idea en la que nadie cree, falta de financiación, resultados iniciales desastrosos,….)
El profesorado que comenzó a innovar hace unos años tuvo que superar un conjunto de adversidades tremendamente complicadas: No se reconocía profesionalmente ni económicamente la realización de las innovaciones, tenía trabas administrativas, la indiferencia de sus compañer@s, tenía que dedicar tiempo libre y sus propios recursos económicos y además existía un alto riesgo de que lo que hiciera no resultara tan eficaz como en principio creía.
Así pues se puede decir que si algo tenía el profesorado que innovaba era resiliencia.
Actualmente si el profesorado quiere comenzar a realizar innovación educativa no se encuentra con un entorno  tan adverso: hay formación previa (planificada por la institución o de forma libre en internet), las instituciones suelen promover la innovación y facilitar recursos para realizarla (de forma escasa, eso sí), ya no hay tantas trabas administrativas, muchos de los recursos tecnológicos están en internet y además se pueden utilizar de forma gratuita,…. Aún continúa alguna adversidad, entre las cuales destacan dos muy importantes: el muy escaso (o nulo) reconocimiento de la innovación educativa para el progreso profesional por parte de las autoridades políticas y la dificultad en la realización de la propia innovación educativa.
Aun así, si el profesorado comienza a realizar innovación educativa, debe tener grandes dosis de resiliencia ¿O no?
Hay una nueva situación que no tengo claro si ayuda o no a la innovación educativa. Se trata de la obligación de hacer innovación educativa para personas que quieren iniciarse en la carrera docente, es un cromo más de los numerosos que tienen que añadir a su currículum (un cromo que tiene poco peso frente a otros; pero lo tienen que tener).
Este nuevo perfil de profesorado que innova debe tener algo que acredite que ha realizado innovación (el cromo), una presentación en un congreso, un artículo o un proyecto de innovación docente reconocido por su institución.
Así pues, la resiliencia en la innovación educativa debe tener dos visiones, una para el profesorado que no necesita el cromo y hace innovación educativa y otra para el profesorado que necesita el cromo; en este último caso la resiliencia se puede observar si después de obtener el cromo continúa con la innovación educativa.
Para que quede claro, estoy a favor de tener cromos, tanto para el profesorado que lo necesita como para el que no lo necesita (ya comentaba esto en 2007), creo que a las personas que quieren ser docentes les piden muchos cromos. Tampoco tengo nada en contra de las personas que hacen innovación para obtener el cromo y después se olvidan de ella (bastante tienen con conseguir todos los cromos); es más, pienso que hay que ayudarles a obtenerlo.
Pero hoy por hoy y hasta que las condiciones adversas para realizar innovación educativa no cambien, o se tiene grandes dosis de resiliencia o se dejará de hacer innovación educativa (o lo que es peor, ni se intentará).
Esta situación me produce mucha incertidumbre, ya que falta  solventar la adversidad más importante que es el muy escaso reconocimiento profesional de las autoridades políticas al profesorado que hace innovación. La medida política que obliga a cierto colectivo a tener una innovación va a aumentar los indicadores de éxito (por ejemplo que haya más personas que hacen innovación educativa, más participación en congresos, más peticiones de proyectos de innovación educativa,….) y esto se puede tomar como un indicador de que políticamente se está en el camino correcto.
Si se quiere mejorar la innovación educativa y que llegue a transformar el modelo educativo, no se debe trabajar para disminuir el tiempo en aplicar la resiliencia (esto no conseguirá resultados de cambio del modelo educativo), se debe reducir la intensidad de la resiliencia, solamente así se conseguirá que el profesorado continúe innovando de forma permanente.

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